Sobre los retratos de Chauche
Si bien la mayoría de gente en el mundo del arte, derechos humanos y academia que conoce del trabajo de Chauche lo vincula específicamente con los retratos de fondo blanco, su exploración en el género es mucho más vasta, complicada y profunda. Como se ha indicado en el ensayo sobre el retrato del autodefensor y la estética no representacional, Chauche pasa un largo e intenso período desarrollando su aproximación a la retratística. A lo largo de más de cuatro décadas de trabajo sistemático, Chauche ha explorado, por lo menos, cuatro estilos diferentes que son mostrados a continuación. Cabe recalcar que estos estilos van apareciendo en un orden cronológico determinado, que no implica la sustitución de uno por el otro. Más bien, estos van sumando metódicamente en una especie de bricolage compuesto por el devenir del tiempo, las técnicas de captura y congelamiento de la luz, la relación antropológica con los sujetos, y la permanente problematización de la historia de la imagen fotográfica. Este ejercicio se ha desarrollado como un campo de experimentación y búsqueda estética que interroga el papel del contorno socio-visual y su relación con el sujeto. Poco a poco vamos viendo a lo largo del trabajo de Chauche que el contexto va dejando lugar a la preponderancia del sujeto mismo y su propia contingencia visual. Desde los retratos hechos en el interior del taxi que condujo de joven, hasta los de fondo blanco que realiza como un etnógrafo decimonónico desquiciado, veremos en el trabajo de Chauche una inquietud honesta por adentrarse en la intimidad del espacio del sujeto y la permanente interrogación por su sujeción al contexto. Así, lo vemos ejecutar su fotografía retratística, desde la envolvente inmersión de la cabina de un auto, hasta la transparencia absoluta que produce el fondo blanco, equipado ya sea con un práctico film de 35mm hasta un aparatoso medio formato, cargando pesados trípodes, y estructuras metálicas para llevar el estudio fotográfico al lugar del sujeto. A este campo de creación y experimentación estética es a lo que Chauche que denomina estilo documental, algo mencionado tanto en el film, como en el ensayo. Como se indica en ese ensayo, el estilo documental es considerado por el autor como una forma de bella-arte (fine-art) que presta de la estética y la técnica de la fotografía propiamente documental en un sentido históricamente informado y profundo. De esa cuenta, Chauche negocia con la historia de la fotografía prácticamente desde su creación en el siglo XIX y explora cómo esa historia puede en sí ser parte inherente de un proyecto artístico contemporáneo que interpela al espectador de modos que van mucho más allá de la denuncia documental y/o propagandística de la fotografía política. En ese sentido, a lo largo de estas cuatro décadas Chauche ha logrado per-formar un archivo retratístico de estilo documental de increíble valor para la historia del arte guatemalteco del último cuarto del siglo XX y el primer cuarto del XXI, que además, por si fuera poco, es también un registro visual que perdurará para el acervo cultural de las futuras generaciones.
Alejandro Flores