Ya no respetaron los de la Finca, metieron alambre. De eso si me acuerdo, si el señor que limpió todavía está vivo. Esa finca era de Luis Arenas. Porque el mojón del Gordillo ya no lo miré. Ya estaba sentado el mojón. La finca Estrella Polar y Covadonga era de Tello y de Pancho Tello. Dos hermanos. Una de Gordillo era Berdú. Pero Berdú ya es de nosotros. Tampoco había papel, pero cuando hablamos con el finado Toyano, nos juntamos con el ingeniero, y, se sacó la finca. Entonces se quedó ese pedazo que agarramos. Una caballería. El cuchillito. Hicimos un grupo, unas reuniones. Entonces dijimos, porque no hablamos con la señora, tal vez nos vende, y para que pelear. Esta bueno, dijimos. Y se fue el muchacho a hablar con ella. De eso hace como 18 o 20 años. Entonces ya no estaba el finado Toyano. Fue un su hijo, el finado Rodolfo, se llamaba Mincho. Los guerrilleros lo mataron. A nosotros nos echaron la culpa, pero nosotros no fuimos. Por la tierra nada más. ¡Nosotros pagamos, dimos pisto, a doña Calidad, aunque saber qué calidad es! Cali le dicen. Ella dijo que no tenía papel. Lo arreglamos nosotros. Arreglamos lo del papel parece que en 25,000 porque 5,000 [1,000] dimos cada uno de los socios, éramos 25. Entonces agarramos la caballería. Hicimos fiesta cuando conseguimos la caballería. 300 dimos para la fiesta! Entonces empezó el comité a hacer las mediciones, para saber cuántas cuerdas le toca a cada uno. Hay partes que tocan de 35, otras de 15, otras de 10 (en tres tantos para cada uno), así nadie se queda con lo mejor. Porque para abajo es puro pedrero, pero también pega buen maíz, buen café, porque es tierra negra. Así nos hicimos dueños, ya somos dueños de la propiedad de Toyano. Ahora donde don Enrique si no fuimos capaces. Pues, yo no conocí mucho a los que le pelearon tierras a don Enrique, porque tenía como 10 años. Pero si lo recuerdo porque venía aquí a dar charlas, era un señor bajo, Pablo Ijom se llamaba. Entonces decíamos “va a venir Pap Xa” así en nuestro dialecto, en nuestro idioma. Le preparaban su comida y su guarrito, porque le gustaba el guarrito. Había otro Domingo Caba, otro Juan Caba, que era el que mandaba en el pueblo. En nuestro idioma, Xum Cap le decíamos. Él era el Rey aquí. Sea simple o grande el problema en Justicia, el siempre intervenía. Su apodo era el “Señor Artículo”, “Viejo Articulo”. “Juan Articulo” era el que mandaba, barbudo era, blanco blanco el pelo. Él era Chajul. ¡A un su hijo también le pusieron el nombre “¡Articulo”, pero si se incomodaba!
Como nosotros no tenemos papel, nomás decimos que es de nosotros la tierra. El general pues, porque cada uno tiene su papel. Pero de todas formas quitaron tierra. Así le paso a varias personas. Recuerdo que a Francisco le pasó. A él le gusta hablar de eso. Por eso decíamos, si gana la señora [Sandra Torres], nos vamos a hablar con el candidato a alcalde, para arreglar lo de la tierra, porque la tierra es nuestra, “es nuestro alimento” decía él. Por eso queremos el gobierno. “Ta bueno” le decía yo, si gana ella vamos, ahora si no, pues también tenemos que hablar con quién quede. Si él tiene su mama en la tierra también. Ahora si no entiende, es porque es hombre rebelde, que no entiende. Ese sabe poner dientes, el mismo me compuso mi diente. “Ojalá gane la señora” decía, “porque lo principal es la tierra. Si pedimos lamina, rápido se acaba, mejor que se preocupe por nuestra madre tierra”. No vamos a hablar pues.
Ahora, de Tollano me acuerdo yo que era de aquí, pero nacido allá arriba, en Las Pilas, y si no es de Santa Marta, por allí nació. Era Chantleco, seco, ladino el, pero muy amable. Ese hombre si era amable. Para el no hay amigo ni enemigo, nada nada, muy calmado. Él vivía en Ilom. La hija quedó, Lala se llamaba. Su mujer está en Barrillas, Elvia Muñoz se llama. El hizo la lucha por la tierra de Berdun, hizo la lucha para quitar la tierra a Luis Arenas, bastante quitó, como 4 caballerías. Él tenía sus tierras, porque las compró aquí. El vino a vivir aquí y empezó a negociar. Empezó a comprar café, ganado, se metió de carnicero. En eso empezó la guerra, y el ejército fue con él. Pero él no se metió ni con la guerrilla, ni con el ejército. Él está sólo. Pero el ejército si pensó. Pero fue ese muchacho, Carlos de León parece que se llamaba, se metió al ejército, se destacó en La Perla. Fue el que ahí dijo que don Toyano es guerrillero. Y como esos del ejército si son delicados. Fue entonces que lo persiguieron a él. Entonces se fue para Barrillas. Entonces también se llevaron al muchacho [Carlos de León] para allá, y de repente le cayeron. Entonces se lo trajeron en helicóptero para La Perla, y allí lo mataron al pobre. Se lo trajeron porque tenían que reconocerlo, tenían que preguntar. Y como había un destacamento ahí con su teniente… Era grande el destacamento, aquí en Ilom también hubo, pero era como de 100 soldados. En cambio, en La Perla, en Chel, eran como 400 u 800. Bastantes. De ahí sacaban a la Patrulla (PAC).
Nosotros hicimos patrulla, nos tocó caminar con el ejército. Como ya vivíamos en Santa Delfina, creo que desde mayo. Sí, porque en mayo salimos, y en mayo regresamos. Entonces el ejército nos trajo de regreso aquí. Y como dos años se quedó. Entonces fue el ejército el que metió el orden. ¿Pero nosotros le decíamos “Y acaso sabemos dónde? acaso tenemos donde pues? Ay vamos a ver” dijeron. Ahí donde está la escuela nos amontonaron. Luego el gobierno nos dio lamina, 20 me dieron a mí. 20 le dieron a mi hijo. “No tengan pena” dijeron, “ahora ya no hay nada”. Porque había comandante aquí. Eso fue en tiempo de Ríos Montt [amnistía]. Pero también había gente afuera, así en la montaña. Ya después vinieron. Como salíamos en Patrulla, cuando los encontraban los traían para acá. Pero se huían las gentes cuando nos miraban, salían corriendo. Hay veces que aguantábamos a alcanzarlos, pero con cuidado de no golpearlos. Ya esos no los golpearon, había que traerlos con buena mente. Mucha gente trajimos. Los de Chel aquí los trajimos, casi un año estuvieron. Los de Estrella [Polar] también los trajimos. Aquí se amontonó toda la gente. No me acuerdo cuanto tiempo dilataron. Los de Chel, unos vinieron para acá, otros para La Perla. Mandaron a traer hoja caña y hoja Posh. Unos iban a traer hoja y otra madera. Rápido construyeron las casas. Entonces se quedó el ejército aquí en el destacamento. Si queríamos salir, si queríamos ir a Barrillas, teníamos que tener recibo firmado donde decía “no molestar a este muchacho que va hacer su licencia”, y teníamos que traer el recibo firmado de allá también, cuando llegábamos a Barrillas. Había una garita y teníamos que pedir permiso.
Unos vinieron conmigo para decirme de la guerrilla, pero yo les decía “lo voy a pensar”. ¿Acaso voy a aguantar yo, acaso sé cómo es eso? Yo no me metí en nada, ni con el ejército ni con la guerrilla. Eso sí, el ejército nos decía “cuidado mucha”, “si ven algo nos mandan a avisar”. Pero como no mirábamos, si esos cabrones saber donde pasan. Unos de Ilom que se fueron a la montaña ya no regresaron, allá se quedaron en… el Tesoro, hay bastantes, pero ya no me acuerdo cuantos. Aquí tienen su tierra, pero ya hicieron su vida allá. Hay bastantes, pero ya no me acuerdo.
Después que vinieron a chamuscar las casas los del ejército, como a las dos de la tarde, todos nos fuimos a Santa Delfina. Llorando iba toda la gente. El ejército vino de la Perla. Llegaron temprano y se quedaron un buen rato. Después nos fuimos. Como yo soy mozo de la finca, me conocían y me dieron una mi casita, una casa grande. “Tenés suerte vos Bartolo”, me decían, gracias a dios decía yo. Un año estuve. Entonces yo pensé, yo no regreso a Ilom, si nos van a volver a hacer lo mismo. De repente me dispuse a venir, sin decirle a mi mujer. Me vine a recibir esta casa, que el ejército repartió. Cuando nosotros vivíamos aquí, antes que viniera el ejército, las casas todas separadas. Una casa por aquí, otra por allá, y otra por allá. ¡La aldea llegaba hasta abajo! Pero cuando regresamos, todo fue cuerda por cuerda, y nos juntaron a todos. Aquí no era mi terreno.
Ya otro muchacho lo había agarrado. Entonces hice trato con el muchacho. Vaya que no me lo quitaron. Ya después, como a los dos o tres años entró un alcalde, y vino aquí y juntaron a todo el pueblo, todo el Ilomero. “Bueno señores, buenos días, ¿cómo están? ya no están tristes?” no dijo, “pues todavía” le decíamos”. “¿Tiene razón pues, pero ahora se cambió el vivir verdad?” nos dijo, y que íbamos hacer pues? “Ahora, donde cayeron, si no es de ustedes, tienen que comprar al dueño”, nos dijo. Antes la tierra era un poco barata, vendían la cuerda por Q10, por Q25. Si es ladera, Q25, ahora si es plano Q100 valía la cuerda, si es buena. “Ahora, como ninguno quiere perder, es mejor aprovechar todos. Entonces hay que reconocer al dueño”, nos dijo. “Cuánto vale la cuerda?” preguntó, y como había gente que sí sabía, entonces se le dijo. Entonces llamó a los dueños, “Bueno, ahora tienen que vender” les dijo, obligados pues, y ya lo firmaron todos. Por ejemplo, este sitio es como de 30 40 cuerdas, no había casa, pura montaña, había tecolote, había tepezcuinte. ¿Entonces hicieron el acta, y el alcalde les dijo “tienen que vender mucha porque para donde van las familias? Ya gracias a dios ya se unieron, ya no hay miedo” dijo. “Ahora si aquel no quiere comprar, ahí está el alcalde para arreglarlo. ¿Porque acaso van a vivir de regalado? Tienen que comprar su lugarcito”.
Entonces me fui yo hacer mi papel y todo. Me fui a buscar al muchacho dueño de este terreno. El muchacho había recibido la tierra de su papa, y el papá de ese muchacho lo recibió del abuelo, que ya había parcelado. Al papá de ese muchacho lo mataron los del ejército, el día de la masacre. Ahora la mamá se fue para la montaña, allá se murió. Entonces cuando el muchacho vino ya estaba yo aquí. “Bueno Francisco, cámbiate” le dije, porque no tenía pantalón ni camisa, puros trapos. Le día dos camisas y dos pantalones. Aquí vivió conmigo un tiempo. Después se fue con el cuñado, y después se fue a hacer su familia. Pero al principio no quería, pero como ya el ejército había dicho que tenía que vender, y como ya está su firma, ni modo. “Tenes que vender” le dije, ya está el papel. Si no queras, pues no me voy”, le dije. “A ver pues!” dijo, bravo, ni modo, si lo están obligando. Firmó, pero no quería. Ya tenía su huella en el acta. “Si no vas a dar, nos vamos a Chajul” le dije. Él ya puso su huella que tiene que vender, entonces ni modo. Pero si nos costó. Varios le compramos la tierra. Pero si esta bravo. Él tenía tres hermanos, pero como era el mayor, él mandaba. Aquí está en la comunidad. Aquí vive. Aquí está a mi lado. Pero nos costó quitarle el papel. Cada casa estaba retirado, abierto, ahora ya no.
Yo dilaté como 25 o 30 años trabajando en la perla. ¡A nosotros nos obligaba el ejército a cortar café, regalado! Íbamos hasta el tesoro, una semana, pero regalado. Tuvimos que respetar, para dónde. Ordenes son órdenes. Yo escuche que mataron a don Luis, pero al rato. Como a las tres cuatro horas. “Dicen que ya mataron a don Luis” nos dijeron, entonces me asusté un poco, ja, ahora a nosotros nos van a echar la culpa. Lo mismo pasó en el Ixcan, pero ese era de apellido Monzón, mismo rato que don Luis. Como yo no tenía maíz, hablamos con otros muchachos de ir a traer maíz al Ixcan, cerca de donde mataron a Monzón. Nos fuimos, pero con miedo, ni comíamos. ¡Agarrábamos el caballo como si eso nos quitara el miedo! Ese día fue duro cuando mataron a esos dos señores. [Saber por qué había miedo] Ahora, la guerrilla saber cómo empezó. Un muchacho llegó conmigo, Ilomero, y me dijo, vámonos para la montaña. Pero yo no me fui. Se fue el muchacho, y dilató en la montaña, pero se quedó en Chel. “Lo voy a pensar” le dije yo, pero yo no tenía intención de ir. Si me iban a matar, mejor que me maten aquí. Si dos veces me amenazaron. ¿Venia yo de Chajul, ya no me recuerdo que traía, cuando salieron los del ejército, en Huil, “cómo te llamas?” me dijeron, entonces sacaron el papel, y me quedaron mirando. “Anda a la mierda”, me dijeron. Otra vez, en Santa Delfina, ya me tenían agarrado. Por el nombre. Como tenía un mi sobrino que se fue a la montaña. Mi sobrino era Bartolomé Pacheco y yo soy Bartolomé Gallego. Ándate me dijeron, ese no es tu nombre. Entonces solo tenían papel para reconocer el nombre de uno. Ya después nos dieron tarjeta para reconocer con el ejército, entonces ya tenía foto. Bien controlados vivimos. Antes solo recibos, solo papeles. Ya en el 84 nos dieron tarjetas amarillas, pero allá en Chajul. Yo nunca fui a trabajar a la costa. Solo por el sagrado maíz bajaba yo, pero al Ixcan, iba a Ixcan I, Valle I.
Hicimos dos tratos con el patrón. Fuimos colonos un tiempo, pero después al patrón ya no le pareció. Ya después hicimos baldío, pagándole por cuerdas con jornal. Dos cuerdas por jornal. Entonces después se cambió a quincenal: 15 días para ellos, y 15 días para nosotros. De repente nos empezó a pagar 25 centavos las tareas, o 7 quetzales por quincena. Después suplicamos al patrón que nos pagara 50. Oímos en la radio que decía que los patrones tenían que pagar, entonces le dijimos y si compiló. Eso pasó después que mataron a Tollano, que fue después de la masacre. El acusador se fue a destacar en la Perla. “Vas a mostrar quien es de la Guerrilla”, le dijeron los del ejército. Entonces ese muchacho le dijo a Tollano, “ya no te vas a quedar” pero el no dio por que le dijeron eso. Eso fue pura envidia. Entonces ese muchacho y su papá tenían valor porque estaban contactados con el ejército. Negociaba panela y tenía como 5 mulas. Se fue a vivir a la Perla. Después se vinieron de regreso. Nosotros íbamos a la Perla a practicar como usar arma. Entonces por Tzotzil los encontraron los del ejército. Solo caminaron por el bordo. Ya era finado el Tollano. No tardó, ahí los agarro el ejército. Nosotros nunca acusamos a nadie.
La gente le tenía miedo a Luis. Cuando ponía los alambres, solo los miraban. Ahorita estamos escasos de donde trabajar, pero aquel día había trabajo en la finca. Pero ahora ya no, ya lo ocuparon para siembras. Metieron cardamomo, metieron café. Solo así están sacando a la gente. Pero como mucha gente no tiene nada nada, ahí está aguantando. Yo pues gracias a dios no molesto a la finca para leña, solo donde molesto es con esta mi mula, pero solo a la orilla del camino. Pero como no podemos, no tenemos como, entonces solo miramos. No podemos viajar, no podemos salir, porque no tenemos como. Si tuviéramos pisto, otra cosa sería.
El alcalde municipal no aguanta, por eso se vende con la empresa, porque la empresa tiene pisto. Por eso si la señora queda [Sandra Torres] vamos a hablar con ella de la tierra.
Toda mi familia, mi papa, mis abuelos y tatarabuelos aquí nacieron. Él trabajó para don Luis [Arenas], le peleó tierra, pero era mozo. Lo corrieron. Salió de la aldea, y se fue a vivir a Peten. Cambió su sombrero, su camisa, ya no se reconocía quién era. Vino aquí pero escondido. Porque lo buscaban, lo persiguieron. Y el solo era mozo, no era la cabeza, como Pablo [Ijom]. Él era ayudante. El miedo y el pisto jodido no nos hace levantarnos. Nosotros tenemos credencial de autoridad, de principales, pero cuesta. Tengo un nieto que está estudiando y quiere su viático. Ya sacamos a uno con mi hijo, pero no tiene trabajo, hasta ahora salió. El otro chiquito ya está en primer año.